lunes, 1 de diciembre de 2008

Turismificar la industria

Desde hace ya unos años se viene gestando un cambio de modelo económico en nuestro país, un viraje paulatino e ineludible hacia la supremacía del sector servicios respecto a otros sectores de actividad. La tendencia, que tiene sus explicaciones en factores como la deslocalización de las empresas (debido a la pérdida de competitividad) es el precio de las economías avanzadas y está cambiando drásticamente el panorama de nuestras empresas: producir cada vez es más caro y menos rentable. "Vender es lo importante". Y la venta es un servicio, una actividad que surge por un producto o por sí misma (consultoría, intermediación).
Quiero decir con esto que muchos sectores, conscientes de que el turismo, como actividad horizontal, abandera y posiciona nuestro sector servicios perfectamente, viran poco a poco hacia estos planteamientos. Lo hemos visto con la construcción durante muchos años, que hoy de nuevo retoma este paradigma. De otro lado la industria, hasta ahora con pura vocación productiva, lucha también por hacerse un hueco como símbolo cultural o turístico de una zona, y comercializarse en alianzas con las distintas administraciones y asociaciones locales, provinciales, autonómicas. Así es como se gesta lo que se conoce como turismo industrial: "la fábrica con vocación exhibitiva" (entiéndase, con ánimo de ser visitada).
Y aunque esta es una práctica que lleva décadas realizándose, existe distintos grados de implicación de la empresa a tenor de cuán estratégico sea este planteamiento para su negocio, para su misión actual y visión futura. No es lo mismo prever una visita de colegios los viernes por la tarde que comecializarse a través de ciertos canales turísticos. Cuánto más integral sea la iniciativa (como las estrategias de destino "made-in" o las "jornadas de puertas abiertas"), más rico es el turismo industrial del que hablamos. La consonancia público-privada es, de nuevo, sustancial a estos efectos.
Es interesante comprobar como la tendencia se agudiza a medida que se habla de crisis y reconversión, de innovación al fin y al cabo. Innovar, lo decía hace unas horas en el I Foro de Turismo de Interior de Novelda, no es necesariamente "crear desde cero" sino también adaptar, traducir, "recrear", en sus dos acepciones: es volver a crear y es divertir con lo creado (aquí el marketing experiencial/emocional tiene mucho que decir). Innovar es hibridar, utilizar canales que nunca se habían pensado para un modelo, canales hasta ahora "diseñados" para otros sectores de la actividad que nos resultaban distantes. La cuestión central es que el sector servicios y su bandera, el turismo, ya no puede resultarnos distante, vengamos de donde vengamos, de las aceitunas, del turrón, del calzado o el mármol. Y no es deformación profesional, es el análisis de una tendencia. Es la prueba del viraje y como localidades como Novelda buscan oportunidades de innovación en tiempos revueltos, trabajando el turismo como sector económico clave tras la fulminante caída del mármol. Innovación que además puede ayudar a trasformar los "destinos industriales". El caso de Elche, por poner un ejemplo cercano, también es paradigmático: su viraje de forma central y estratégica hacia el sector de turismo de congresos llegaba "casualmente" también tras la cúspide de la crisis del calzado.
Y a decir por este análisis, todos son indicadores más de que este país, poco a poco, se posiciona como país de servicios. ¿El fin de la producción nacional? No, señora, sólo el cambio central de enfoque.

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