Vuelvo con el libro de caras, que últimamente me hace mucha gracia.
Hace unas semanas, cuando intentaba dar a conocer un grupo a través de mi Facebook, el sistema me señaló con el dedo y me acusó de estar haciendo spam, avisándome incluso de que de seguir así, me daría la patada y me sacaría de este club donde no querrían como socio a un tipo como yo. Paré y el aviso paró. Ya no soy persona non grata para Facebook.
El otro día leo que un virus informático se propaga a través de un mensaje en Facebook, cuando un gusano se hace pasar por un plug-in de Flash. Ahí es nada. Quién fuera gusano. O plug-in. O Flash. En verdad es difícil esto de los tecnicismos técnicos y tecnológicos.
A mí me llaman spam por no pagar mis mensajes masivos y un virus intenta colarse ante la aglomeración de posibles clientes, y como la protección cuesta y preocupa, entonces llego a una reflexión. Posiblemente resulte estúpido, pero... ¿habremos de pagar algún día en Facebook -o en cualquier red social- para ser protegidos de los virus o de nosotros mismos? El nicho de mercado está ahí.
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