Cuando uno rasca tras esta reveladora afirmación, se descubre que esta presunta pérdida de elegancia de nuestros turistas viene dada siempre según Hosteltur, debido a que:
La crisis económica está llevando a los turistas españoles a valorar mucho más el sol y playa así como la comida a la hora de elegir el destino. Y en cambio están concediendo menos importancia a los aspectos culturales y paisajísticos del lugar. Además, suben los viajeros que reservan directamente en la web del proveedor, los que recurren al coche propio y aquellos que optan por alojarse en viviendas particulares.No sé que me preocupa más, si lo tendencioso del titular o el cúmulo de contradicciones visibles en el texto y las injerencias que se desprenden con los resultados expuestos de la encuesta del ICTE, fuente de los datos arrojados. Habría que ver el muestreo, claro. Y los datos, ay los datos, para mí cogidos con pinzas. Hagan un ejercicio de regla de tres del texto resaltado, tomado literalmente de la noticia:
- Según la citada encuesta, las costas españolas siguen siendo el destino preferido por los españoles (...)
- Asimismo, los turistas españoles están concediendo mayor importancia a la comida que tendrán a su alcance en el destino (...)
- En cambio, y aunque una amplia mayoría de los encuestados (el 71%) dice que da mucha importancia a la cultura del destino, se observa una caída de casi cuatro puntos respecto al primer semestre del año anterior.
- Incluso el paisaje y la naturaleza del destino pierden puntos entre los turistas españoles. Si antes este factor era importante para el 82% de los viajeros, ahora ha descendido al 73%.
- Además, ante la pregunta "¿Qué razón fue determinante a la hora de elegir el destino turístico?", solo citan "la belleza del destino" el 14,8% de los encuestados, frente al 24,5% del año anterior.
La asociación de ideas "turista de sol y playa" = "turista poco sofisticado" me parece obsoleta, elitista y lo que es peor, falsa. Si la sofisticación se mide por el interés cultural, pecamos de un sesgo que no nos deja ver la cantidad de eventos del "turismo de ciudad" (?), precisamente impulsados gracias a ese turismo de sol y playa. Si la sofisticación se mide por "gasto turístico", entonces pecamos de un sesgo que no nos deja ver también que el turista de museo come bocadillos ya que se encuentra preocupado sólo en aumentar exponencialmente su sapiencia, su sofisticación.
Aunque a lo mejor me equivoco. ¡Claro! El/la del sol y playa no va al museo, salvo si es gratis o dan bocadillos. De hecho, el sol y playa siempre está relacionado con el bajo gasto, un ejemplo claro es Marbella o los mojitos de seis euros en los chiringuitos (¡llenos!) a pie de tantas playas. Claro que el turista que va de blanco tomando un caipiriña, tan sofisticado, viene de la ciudad y sólo pasaba por la playa... ¿Por qué esa manía de encorsetar diversos tipos de turismos cuando la realidad del turista es mucho más global y holística? ¿Por qué "enfrentar" productos cuando las tendencias de movilidad y las comunicaciones, la personificación, las nuevas tecnologías y la heterogeneidad de oferta y demanda favorecen la complementareidad?