Parafraseo el título de Saskia Sassen para introducir ese concepto como un punto de partida. Es matizable en muchos sentidos y es que, más allá de la dimensión (geo)física, algunas ciudades poseen cierto "aura" que las eleva a ciudades globales, por su repercusión simbólica (histórica, económica, cultural). Esa contemplación de la ciudad como ser global no deja de tener ciertos tintes materialistas -o neoliberales-, puesto que es de globalización económica de lo que hablamos y no de un proceso romántico y espontáneo. No obstante, es importante la aspiración de la ciudad para ser eterna, puesto que no se define sólo como lo que es hoy, sino como lo que ha sido y lo que será.
Y aunque la madre de este término hace la oportuna diferenciación entre los aspectos reales y simbólicos que convierten a una ciudad en "global", hemos de tener en cuenta como siempre la intencionalidad, la estrategia que subyace para que una ciudad se encuadre en esa categoría, subcategorizada a su vez en un ranking bastante interesante y reconocido elaborado por la Universidad de Loughborough. A continuación, os pongo "el mundo según esta reputada Universidad" (pinchando en la imagen se accede a la fuente):
Desde un punto de vista diacrónico podemos contemplar su evolución (¿natural?) a lo largo de la historia; desde un punto de vista sincrónico, las políticas e inciativas públicas y privadas que persiguen en mayor o menor medida este objetivo: Sin ir más lejos, los grandes eventos "revolucionarios" de una ciudad.
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