lunes, 16 de mayo de 2011

Consúltalo con la almohadilla

Imagen: Wordpress.com

El día 22 de mayo hay un evento de esos al que todos estamos invitados pero al que pocos atribuimos en el fondo eficacia en su maquinaria. Votar es todo lo que nos queda para expresar una opinión más o menos fundada y una apuesta, porque no decirlo, a caballo ganador o a todos menos ése, según cada cuál. Voto de castigo, voto de fidelidad a unos colores o siglas, voto a una/s persona/s, voto ideológico, impulsivo, voto nulo, blanco o abstención. Votar o no votar, votar o para qué molestarme. Votar por inercia, por ruptura. Y sólo nos queda pensar que la opción elegida será tal vez la menos mala para nada menos que los próximos cuatro años. Así andamos millones de personas estos días, no me cabe duda.
Siempre he pensado que pese a lo que nos hagan creer partidos y medios poderosos, en este país, con una caña y una tapa de por medio, casi todos somos capaces de dialogar, flexibilizar posturas y hablar bien de unos aunque seamos de los otros. La herencia guerracivilista no es la tónica general, por mucho que interese a medios como La Sexta o a Intereconomía, por poner dos ejemplos antagónicos pero que se retroalimentan constantemente. Una gran parte de nosotros podemos halagar algo de "Mou" aunque seamos pro Guardiola. Algo parecido ocurre con los partidos mayoritarios: no somos tan simples pese a lo que nos hagan creer. El dualismo, desde antes de Platón, es también una forma esquemática, maniquea y simplista de explicar lo que ocurre. Barça o Madrid, Pepsi o Coca-Cola, Colacao o Nesquik, Rojo o Azul, Cara o Cruz, Blanco o Negro, PP o PSOE. Two choices, one way. Simple y vendible, como la USP de Reeves.
En Internet, sin embargo, ciertas corrientes parecen captar el interés de unos y otros porque explican la realidad de una forma más compleja, más holística. Y aquí el enemigo es el clásico stau quo en general y la clase política en particular. Arguyen que el poder, tal y como lo vemos actuar día a día, no entiende de ideologías clásicas, sino de personalismos como los de un partido de tenis. Dicen sin tapujos que el sistema no ha estado aplaudiendo el talento, sino el seguidismo; que no promociona el liderazgo, sino la imagen pactada, la corrupción y el sometimiento de muchos para el privilegio de unos pocos. Doctrinas clásicas en tiempos modernos, desde luego. Estas corrientes populares nos llaman escépticos y nos advierten, con firma sustancialmente anónima, que el sistema nos enfrenta a todos, pese a que estamos cansados de ver cómo unos y otros dirigentes se descalifican constantemente, como si fuera importante para un país que parece estar viniéndose literalmente abajo. Defienden la inquietante teoría de que estos locos votantes andamos perdidos, anestesiados por un sistema viciado, aburridos y condenados a que nos gobiernen quienes aborrecemos pero, con todo, seguimos votando y apoyando porque creemos que no hay otra opción posible. Nos preguntan, en foros y redes sociales si somos cómplices de lo que nos ocurre, si somos permisivos con lo que vemos, si pensamos que nada se puede hacer porque uno a uno no podemos hacer nada. Y nos dicen que hay solución, que sí hay otra opción, que hay esperanza si agrupamos la decisión en las urnas. Tratan de organizar un sentimiento general a través de mecanismos ciertamente limitados pero con poder poderoso de convocatoria. "Esto es sólo el comienzo en nuestro país", advertía un usuario de Twitter anoche.
Decía mi admirado Ortega que la masa es un ser en el que no se puede confiar, por ser informe, por moverse por impulsos, casi carente de toda razón. Siempre estuve de acuerdo. No confío en movimientos populares que casi siempre andan movidos por otros hilos de un despacho vecino con los mismos cimientos que los que critican las proclamas, simples y pegadizas, pero insuficientes. No creo en la organización espontánea y además efectiva de la masa, lo siento. Y aunque he acudido a más de cuatro manifestaciones, siempre he visto con escepticismo esa herramienta de desfogue colectivo. El caso es que algo se está moviendo y ya era hora, y ya es algo. Y además, de poco sirve criticar si no se propone una solución alternativa. ¿Puede acabar todo esto en un bandazo electoral?
Por todo lo anterior, no pediré más voto que el voto responsable, si esto tiene algún sentido. Antes de seguir leyendo la siguiente página de periódico, el siguiente especial de elecciones o escuchando el debate radiofónico o el próximo telediario, te invito a que te pases por Twitter y le eches un ojo a #spanishrevolution, #acampadasol, #democraciarealya, #yeswecamp, #15m#novotes o #nolesvotes, por ejemplo. Tal vez no tenga mayor trascendencia. Tal vez se esté cociendo algo que tus hijos estudiarán en los libros. No digo que bases tu elección en estas listas, pero siempre es sana la consulta con la almohadilla, la consulta con un medio nada convencional, fruto de las aportaciones de muchos, de lo que podríamos llamar inteligencia colectiva. Tal vez estemos ante el conato de una verdadera "Revolución de los Anónimos", "Revolución de los Twitteros". El mapa electoral del próximo 22 nos medirá si esto ha supuesto una verdadera transformación o forma parte de este juego secular llamado democracia. Llamadme romántico, pero por más que pasan los años y repaso la historia, me sucede como aquél Agente Especial Mulder en la mítica serie Expediente X. Tal vez esta vez, sí que sí, tal vez no cambie algo para que todo siga igual.
Quiero creer.

2 comentarios:

trapo blanco dijo...

Pues ya era hora de que la masa social se movilizara. Desde luego lo ha hecho cuando se han visto de cerca las orejas al lobo. Yo, ademas de simpatizar con ellos y apoyarles, les ayudo con una idea que promuevo en mi blog desde Marzo y en la que cada vez creo mas. Si quieres saber de qué hablo mira mi blog...
http://trapoblanco.blogspot.com

Jose F. Mancebo dijo...

Efectivamente, trapo blancoo, ya era hora... Ojalá sea el principio de un cambio hondo. Gracias por comentar.

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.