martes, 9 de febrero de 2010

Lógica y redes sociales




Ando algo mareado entre foros, blogs y esas plazas de pueblo virtuales llamadas redes sociales. El funcionamiento de cada una de ellas, salvando las distancias, es intuitivamente igual aunque esencialmente distinto. Cada una tiene su cosa, su motivación, su no sé qué, y vendrán más, seguro (acaba de aterrizar el Oráculo con su prometedor Google Buzz). Cada red social, digo, tiene sus gentes aunque sean a veces las mismas gentes, la misma red de yoes (o egos) virtuales.

Sin embargo y aunque puede que seas el mismo usuario, pareces una persona distinta si eres mi amigo en Facebook o mi contacto en Linkedin. Es como si te veo con tu traje un martes por la mañana o tomando un vino con tus old fashion-jeans y tu camiseta de Heidi Metal un sábado por la noche. En la otra vida, la pseudoespiritual, tres cuartos de lo mismo: puede que te etiqueten en una foto de un álbum lúdico después de una noche muy larga o que te recomienden a cerca de tu profesionalidad y background académico. Así de simple y de complejo.

El primer consejo que escuché a cerca de esto de las redes sociales es que hay que tener cuidado con eso de la privacidad. De hecho y sin ponernos dramáticos, es bueno saber que existen aún numerosas brechas de seguridad y que no tenemos la información tan controlada como creemos: La prudencia llama a que si no quieres que se sepa algo, lo mejor es que no lo hagas. Decía Wilde que lo peor que le puede pasar a una guerra es que no se hable de ella. Pues cuidado con las campañas de comunicación y la propaganda que le hacemos a nuestro particular "Estado". El eslogan Margarita está pensando que su jefe es un gilipuertas puede tener sus consecuencias.

Sabido esto, mucha gente pasa por varias etapas en las que deseamos estar más o menos expuestos, como la vida misma. Dependiendo de los caracteres, incluso, hay gente que pese a ser de una generación permeable a la vida digital, siente auténtica agorafobia con el mayor o menor exhibicionismo en el que tienen que verse envueltos.

Así pues, ¿cómo comportarse en una red social y disfrutar de los beneficios sin morir en el intento? Se me ocurren tres puntos muy simples que pueden hacernos reflexionar un poco. Vaya por delante que esto no pretende ser sermón ni aleccionamiento, solo una apología al sentido común, que puede ser el mejor pero no el más común de los sentidos.

1. Habrá que conocer, primero, esos beneficios. De la misma manera que no celebrarías tu boda en un restaurante que no conoces, es importante conocer los recursos, potencialidades y debilidades de la red social en la que participas. La ignorancia o la euforia de los primeros días se combate con información a cerca de dónde, cómo y con quién se está participando.

2. Una red social es una herramienta de comunicación y como una llave inglesa, puede servir para hacer cosas muy útiles o partirle la cabeza a alguien. Para minimizar los riesgos y evitar sorpresas o disgustos, es necesario controlar de una forma intencional la comunicación que tenga que ver contigo, especialmente cuando revela cuestiones íntimas o está relacionada con la seguridad propia o de los tuyos. Esto comienza por la selección de contactos o el filtro en el lanzamiento de mensajes u opiniones que nunca dirías en la vida real, por ejemplo, utilizando un megáfono en medio de la plaza de un pueblo. Un mensaje privado no es la publicación en un muro como no es lo mismo quedar con alguien para tomar café y charlar tranquilamente, que llamarle y que tenga el manos libres conectado para que toda la oficina esté escuchando detalles de vuestra fantástica e intrépida salida (en la que te etiquetaron y cuyas fotos despejan todas las dudas sobre tu nivel etílico por miligramo de aire aspirado en aquella noche larga...).

3. No se me ocurre nada mejor que ser coherente allá donde estés. La mentira, la insensatez o la desinhibición permanente puede tener efectos nada positivos en la reputación/ perfil de uno. Lo importante no es lo que se dice, es lo que se entiende, como en la vida misma, una vez más. En definitiva, quizá uno deba comportarse en estos páramos tal cual lo haría en el mundo real, salvando las distancias, que, por cierto, cada vez son más cortas.

No hay comentarios:

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.